¿De donde viene el vacío emocional?
El vacío emocional que algunas personas sentimos siendo adultas, nos viene de hace mucho tiempo y de muy atrás: nuestra infancia y adolescencia. El vacío emocional es básicamente la consecuencia de haber vivido muchas experiencias en SOLEDAD en infancia y la falta de PRESENCIA y atención materna.
¿Qué es exactamente el vacío emocional? ¿Cómo se manifiesta?
- El vacío emocional es miedo a estar solas
- El vacío emocional es incapacidad emocional
- El vacío emocional es miedo al que dirán
- El vacío emocional es ansiedad y angustia
- El vacío emocional es no poder tomar decisiones
- El vacío emocional no nos permite convertirnos en quien vinimos a ser
- El vacío emocional no nos permite ser la madre que nuestros hijos necesitan
- El vacío emocional es dependencia emocional hacia mamá o la pareja
- El vacío emocional nos deja vulnerables y débiles emocionalmente hablando
Muchos de nosotros vivimos experiencias hostiles en infancia y hoy (de adultos) pensamos que la experiencia en sí fue lo peor: los gritos, las palizas, los castigos, un abuso, el bullying, nos dejaban en casa de otros familiares… No obstante, la peor vivencia (desde el punto de vista del niño ó niña que fuimos) no fueron solamente esas experiencias, sino la SOLEDAD con la que tuvimos que vivirlas.
¿Dónde estaba mamá para protegernos y defendernos? ¿Dónde estaba mamá para poder contarle lo que nos estaba pasando? ¿Por qué no se daba cuenta? ¿Por qué no nos atrevíamos a contárselo?
Un niño no puede acudir a mamá a menos que ella haya creado la confianza, la seguridad y la intimidad emocional suficiente y esté dispuesta a dar voz a sus hijos delante de cualquier adulto. Nos sentimos solos y vulnerables en infancia cuando mamá no está ni física ni emocionalmente con nosotros. Hay muchas madres que estamos en el quehacer constantemente: Arreglando la casa, cocinando, trabajando, comprando, limpiando, planchando, con el móvil…
Nuestros hijos necesitan “llenarse de mamá” de vez en cuando. ¿Cómo? Dándoles nuestra presencia de calidad por elección y no por obligación. Eligiendo estar por y para ellos algunas horas al día, algunos momentos, o incluso unos minutos. El tiempo que podamos DARLES no solo dependerá de nuestra disponibilidad, sino de nuestra capacidad emocional de DAR.
Si cuando lees esto lo primero que te vienen son los motivos, explicaciones, en definitiva excusas de porqué no puedes estar más presente con tus hijos, y por ejemplo te dices:
“Es que la casa, y el bebé, yo trabajo fuera de casa, y mis necesidades, y el tiempo de pareja… bla, bla, y más bla, bla…”
Si lo primero que nos viene son los motivos (excusas) por los que NO podemos estar presente y atender a nuestros hijos como realmente necesitan, en vez de tener el pensamiento de CÓMO podríamos hacer para PODER estar más y mejor con ellos, es porqué en realidad NOS DUELE estar presente, nos ahoga, necesitamos huir, necesitamos estar en el hacer para NO SENTIR.
¿Para no sentir QUÉ? Nuestro vacío emocional. Nuestra capacidad de DAR dependerá de lo que hayamos RECIBIDO.
No es la cantidad de tiempo que pasamos juntos en la misma casa lo que les llena el alma, sino el tiempo de “exclusiva” que les dedicamos a cada hijo.
Lo que más le confirma a un niño…
- Tu vales
- Tu mereces
- Me importas
- Te valoro
- Te acepto
- Te amo
…es nuestra presencia, nuestra disponibilidad, nuestras ganas de estar con ellos. Si no elegimos estar por y para ellos, si siempre hay algo más importante que hacer que compartir ese momento con ellos, entonces la sensación interna es de vacío:
- No valgo lo suficiente
- No importo lo suficiente
- No merezco lo suficiente
Resumen: El vacío emocional se manifiesta principalmente por dos vivencias internas:
1- La falta de presencia, atención y mirada de mamá en infancia.
2- La soledad con la que tuvimos que vivir alguna de nuestras peores experiencias infantiles por falta de intimidad emocional con mamá.
EL VACÍO EMOCIONAL ES FALTA DE AMOR PRIMARIO (de mamá). El amor que sentimos por nuestros hijos no es suficiente, ese amor les debe llegar. Necesitan sentirlo en sus corazones, en su alma, en sus entrañas… Cuéntame, ¿cómo vas a demostrarle HOY ese amor tan grande que sientes por tu hijo/a?
Pongámonos la mano en el corazón, ¿ya la tienes? Ahora dime: ¿Cuándo fue la última vez que estuviste presente, presente de verdad, en cuerpo y alma, por elección con tu hijo/a y no por obligación? Lo recuerdas, ¿Cuándo fue? ¿Qué hicieron y cuanto tiempo estuviste presente con él o ella?
Amate y fluye!